La primera consecuencia del cambio climático en la industria agrícola, es la necesidad imperante de asegurar la productividad de nuestros cultivos mediante el control climático. A medida que los patrones climáticos se vuelven más impredecibles y extremos, la adaptación climática representa esperanza y resiliencia para productores de Chile y el mundo.
Con la industria agricultora, siendo intrínsecamente dependiente del clima, estamos observando a la primera línea de impacto frente al cambio climático, ya que eventos extremos como sequías prolongadas, inundaciones repentinas, olas de calor y heladas inesperadas, desafían los límites de lo que tradicionalmente se consideraba una temporada de cultivo "normal". Estos fenómenos hoy en día son la nueva norma, y no solo amenazan la viabilidad de nuestra industria a corto plazo sino que también plantean preguntas críticas sobre el futuro de la alimentación del mundo entero.
Control climático: la respuesta necesaria
Los método de control hoy en día buscan aumentar la resiliencia de los huertos frente a las variables y extremos climáticos. Esto incluye desde la selección de variedades de cultivos más resistentes y técnicas de gestión del agua hasta el uso de tecnologías avanzadas como la agricultura de precisión, que permite una gestión más eficiente de recursos basada en datos en tiempo real sobre las condiciones climáticas y del suelo.
En el corazón del control climático yace una poderosa herramienta: la tecnología, ofreciendo soluciones prácticas que permiten a los agricultores no solo sobrevivir, sino también prosperar en este nuevo entorno. Las más relevantes, en pleno 2024 son algunas de estas:
Monitoreo y análisis climático
Herramientas de monitoreo climático y sensores avanzados permiten una recopilación de datos en tiempo real sobre las condiciones ambientales y del suelo. Estos sistemas, especializados en capturar variables como la humedad, temperatura, y precipitaciones, son fundamentales para la toma de decisiones informadas en el campo.
Agricultura de precisión
La agricultura de precisión se ha convertido en un pilar de la adaptación a los cambios climáticos, utilizando la tecnología para aplicar los recursos de manera eficiente y en el momento justo. Sistemas de irrigación inteligente, que ajustan el suministro de agua basándose en la demanda real del cultivo y las condiciones climáticas, son solo un ejemplo.
Modelos predictivos y simulación
La capacidad para anticipar eventos climáticos y sus posibles impactos en la agricultura es crucial para un control eficaz. Utilizando algoritmos avanzados y big data, los modelos predictivos ofrecen pronósticos detallados sobre patrones climáticos. Estos modelos no solo alertan sobre posibles adversidades sino que también sugieren estrategias óptimas de cultivo, desde la selección de las variedades más resistentes hasta el momento ideal para la siembra y cosecha.
Control climático mediante sistemas de baja precipitación de agua
El control climático a través de la aspersión de agua es una técnica innovadora que ha demostrado ser excepcionalmente efectiva en la protección de cultivos contra heladas severas y temperaturas extremas. Las soluciones de aspersión de agua de Tierraverde, diseñadas con tecnología de vanguardia con emisores pulsantes de alta frecuencia y bajo caudal, juegan un papel crucial en este proceso. Al distribuir finas capas de agua sobre los cultivos, se forma una capa protectora de hielo (efecto iglú) cuando las temperaturas descienden por debajo del punto de congelación. Este hielo no solo aísla y protege la planta de daños causados por el frío extremo, sino que también libera calor latente durante su formación, manteniendo la temperatura de la planta en un umbral seguro. Este método, aplicado con precisión gracias a los sistemas avanzados de Tierraverde, asegura que los cultivos permanezcan protegidos durante eventos climáticos adversos, minimizando la pérdida de producción y manteniendo la calidad del fruto.
Uso de torres eléctricas anti-heladas
El uso de torres de viento representa otra estrategia innovadora en la adaptación climática, particularmente en la lucha contra las heladas que pueden devastar extensas áreas de cultivo. Estas torres, implementadas por Tierraverde, están diseñadas para mezclar las capas de aire en los viñedos o campos de frutales, evitando la formación de capas frías estancadas cerca del suelo que pueden dañar o incluso matar los brotes jóvenes y flores. Se diferencian de las torres convencionales a petróleo o gas en su bajo costo de operación, así como en que no emiten CO2 y sus bajos niveles de ruido.
Hacia una agricultura resiliente y sostenible
La adaptación a los cambios en el clima también implica un cambio en la mentalidad, reconociendo que las prácticas agrícolas sostenibles y conscientes de la escasez hídrica imperante no solo son beneficiosas para el planeta, sino que también son esenciales para la viabilidad económica a largo plazo de la agricultura. La integración de prácticas de riego que respeten y potencien la sostenibilidad se convierte en la piedra angular de esta agricultura resilente.
Sin embargo, la transición hacia una agricultura adaptada a las nuevas condiciones del clima no puede recaer únicamente en los hombros de los productores. Requiere de un esfuerzo conjunto que involucre a gobiernos, instituciones de investigación, empresas y clientes finales. Políticas públicas que promuevan la investigación en variedades de cultivos resistentes, subsidios para tecnologías de adaptación, y la creación de mercados para productos agrícolas sostenibles, son esenciales para facilitar esta transición.
Palabras al final
La adaptación de la agricultura, y especialmente la fruticultura chilena a este nuevo escenario no es solamente una estrategia de supervivencia; es una oportunidad para reinventar cómo cultivamos, cómo nos relacionamos con la tierra que nos sustenta y cómo aseguramos con ingenio la creciente escasez de agua para las próximas generaciones. Enfrentar el desafío del cambio climático con innovación, ciencia y sentido conjunto nos permitirá no solo adaptarnos, sino también prosperar en un mundo en constante movimiento.