A pesar de los grandes avances que la agricultura ha tenido en las últimas décadas, la variabilidad climática sigue siendo un gran desafío para el éxito de la producción agrícola. Dentro de los factores climáticos, juega un rol importante la temperatura, la cual si bien es necesaria para la acumulación de días grados y horas frío en la mayoría de los frutales de hoja caduca, la disminución por debajo de la temperatura crítica que puede soportar un cultivo traerá consigo daños fisiológicos y mermas importantes en la producción que afectará los retornos económicos de la producción.
Está bien documentado y aceptado en nuestros días que el cambio climático que estamos viviendo impactará en los eventos climáticos extremos en relación con la frecuencia y severidad, destacándose entre ellos la cantidad de eventos con extremas temperaturas, ya sea de calor y de frío. Los eventos extremos de temperatura máxima y olas de calor se han hecho más recurrentes (Messeguer-Ruiz et al., 2019) y se espera que la frecuencia y magnitud de estas aumente debido al cambio climático (Piticar, 2018). Lo anterior, se correlaciona con lo que están viviendo los agricultores en las últimas temporadas.
Los datos analizados a través de Agromet, registran más de 40 episodios de heladas en 2022, con un evento crítico de incluso -6,7°C en la zona costera de la región de O’Higgins, el 30 de mayo del 2022.
Controlando heladas en Chile el año 2023
Para controlar las heladas, existen distintos métodos de control que actualmente son efectivos y que se están implementando en la zona centro sur del país. Entre ellos, el de mayor efectividad es el uso de sistemas de aspersión de agua sobre los cultivos, los que según la literatura logran controlar heladas de hasta 5 grados Celsius bajo cero dependiendo de la cantidad de agua utilizada, la uniformidad de la aspersión y el tipo de aspersor.
El uso de sistemas de aspersión para controlar heladas, tiene varias ventajas respecto al uso de torres de viento o calefactores.
Según Snyder y Melo-Abreul (2010) la cantidad de energía requerida para el control de una con aspersores es bastante más baja que la requerida con sistemas de torres de viento, helicópteros, o calefactores, y por lo tanto los costos de funcionamiento por hora son más bajos, también la cantidad de mano de obra necesaria es inferior y no es contaminante con el medio ambiente.
Por ejemplo, no interfiere con las rutas migratorias de las aves, comparado con las torres de viento, calefactores o helicópteros. Tampoco tiene impactos en ruido, y sus consiguientes impactos en las comunidades locales, y con ahorros en diésel ni gas, con la disminución asociada en emisiones de CO2. A su vez, permite ser muy preciso en el área a controlar, y resulta ser el más costo/eficiente por hectárea de las alternativas del mercado.
El cambio climático y las temperaturas más extremas es una realidad que llegó para quedarse, y la industria agrícola chilena, pionera en el desarrollo de soluciones innovadoras, es hoy sin duda un ejemplo a seguir en el mundo en la adopción de tecnologías para mitigarlas.